Alberto Garzón está haciendo una gira por España -aprovechando el aniversario de la Revolución Rusa- para reivindicar el comunismo, y dice que se puede ser comunista y llevar un IPhone y que ahora el objetivo es el post capitalismo.
El comunismo ya era un modelo post capitalista. Cuando Marx y Engels publicaron el Manifiesto Comunista en 1848 ya se había iniciado la revolución industrial de la máquina de vapor, las primeras revueltas sociales y emergía el movimiento obrero en los países que comenzaban a industrializarse. El Manifiesto afirmaba que la burguesía era muy eficiente y acabaría con el antiguo régimen, pero que moriría de éxito.
Las empresas serían monopolios y alienarían al trabajador, siendo todo ello el germen de la revolución. Es la teoría de la explotación que no pudo demostrar en el Capital, pero que mantuvo en el Manifiesto. IPhone es de Apple, una de las empresas de mayor capitalización bursátil de Wall Street y, por lo tanto, es capitalista. No es un monopolio y en China está perdiendo cuota de mercado por la competencia de Huawei. Sus trabajadores tuvieron opciones sobre acciones, se apropiaron de parte del capital y ahora tienen sueldos por encima de la media.
Rusia no tuvo revolución burguesa y en 1917 pasó directamente del antiguo régimen al comunismo. Engels afirmó que no era lo previsto, pero que la revolución rusa eran los brotes verdes sobre la tumba de Marx. No tenemos contrafactual para saber qué habría pasado en Rusia sin la revolución comunista, pero sí tenemos experimentos para saber que el comunismo ha fracasado, que no ha resuelto ninguno de los problemas que pretendía resolver y que provoca más infelicidad.
Alemania y Corea, dos fracasos del Comunismo
En Alemania, tras la segunda guerra mundial, se levantó un muro, la mitad del país fue comunista y la otra socialdemócrata con un modelo mixto con propiedad privada, pero también con un estado proactivo. En 1989, cuando cayó el muro de Berlín, la productividad por hora trabajada de un alemán del oeste (socialdemócrata) era el triple que la de uno del este (comunista). La causa es que el desarrollo tecnológico, el capital físico, las infraestructuras, el capital humano y la salud habían avanzado mucho más con el modelo socialdemócrata.
El otro experimento fue Corea. Aún no es posible medir la productividad por hora trabajada en Corea del Norte, pero todo parece indicar que la diferencia con Corea del Sur es aún mayor que en Alemania.
El experimento de Venezuela: un Comunismo Post Capitalista
Un experimento post capitalista en el siglo XXI ha sido con la Venezuela de Chávez. El gobierno bolivariano subvencionaba la compra de IPhone que costaba 100 dólares cuando el petróleo lo vendía a 100 dólares el barril. Ahora el precio del petróleo ha caído a 40 dólares, hay cartillas de racionamiento y los venezolanos han sufrido un desplome de consumo y de nivel de vida (desde 2013) sin precedentes en tiempos de paz. Lógico que ahora estarían encantados de tener un modelo socialdemócrata como tenemos en Europa.
Los ultraliberales le dirán a los comunistas que el IPhone es un producto puramente capitalista, pero también se equivocan. El IPhone es un producto socialdemócrata. El 60% de las patentes para construir el teléfono se desarrollaron en universidades públicas o centros de innovación públicos. Muchos de los propietarios de las patentes tienen que litigar con Apple para cobrar sus derechos y tienen un sistema judicial público que les protege.
Apple está sometido a estrictas leyes antimonopolio que impiden que se cumpla la profecía del Manifiesto, y la Comisión Europea acaba de sancionar a la compañía con 13.000 mill. por elusión de impuestos, un dinero que usará el estado para redistribuir la riqueza, mantener la educación pública y que en el futuro haya igualdad de oportunidades.
Comunismo y honestidad intelectual. Garzón vs. Pablo Iglesias
Al menos hay que reconocer a Garzón su honestidad intelectual por reconocer que es comunista, como hacía Anguita, Carrillo o la Pasionaria. Su socio de Podemos -Pablo Iglesias- también reconocía que era comunista en televisión antes de entrar en política. Ahora sabe que su intento de crear un sindicato propio fracasó, que la mayoría de votantes obreros votan al PSOE y que el PSOE es el partido más votado en los hogares con menores ingresos, o sea, los de abajo.
Iglesias sabe que sus votantes son de clase media alta como él, que nació en una familia de altos funcionarios y abogados con elevados ingresos, que han visto frustradas sus expectativas con esta maldita crisis, que están cabreados pero que no son comunistas. Por eso reniega del comunismo.
¿Por qué ahora Pablo Iglesias reniega del Comunismo?
En 2014 Iglesias decía que Venezuela era un referente para el sur de Europa. Ahora reniega de la revolución bolivariana. En 2015 dijo que el cambio empezaba en Grecia y cuando Syriza decretó un corralito, rescató bancos y recortó las pensiones, Iglesias renegó de Tsipras.
En 2015 Susana Díaz le ofreció repetir el pacto con IU en Andalucía y pusieron condiciones inasumibles (que ellos mismos no cumplen) en sus ayuntamientos para reventar el pacto. En 2016 pudo apoyar un gobierno alternativo a la derecha, pero las encuestas le daban que en unas segundas elecciones darían el sorpasso al PSOE. Forzó unas nuevas elecciones donde la izquierda perdió 1,2 millones de votos y el PP subió 500.000 por miedo a Podemos y al desgobierno.
En 2017 pudo apoyar los presupuestos en Castilla la Mancha que aumentaban el pacto social, pero no lo hicieron. Pudieron apoyar la subida del 8% del salario mínimo propuesto por el PSOE o el acuerdo de pobreza energética, pero no lo hicieron para seguir manteniendo su falso relato de la gran coalición y dañar al PSOE (que es su obsesión). Garzón tiene un ideología que la historia nos enseña que ha fracasado, pero es honesto intelectualmente. Para Iglesias el fin siempre justifica los medios y no es de fiar.
Este economista observador es socialdemócrata desde pequeñito. Y cada día que pasa, con más conocimiento y más evidencia empírica, tengo más fuertes mis convicciones sobre que la democracia social es la ideología que más ha aportado al progreso y al desarrollo humano. Por eso merece la pena luchar y morir por ella si es necesario, y hacer de este mundo un lugar mejor y más humano.