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Cambio climático en clave microeconómica

Recuerdo hace ya casi 20 años cuando se publicó el informe Stern advirtiendo de los costes económicos que el cambio climático iba a provocar. Se montó un enorme revuelo y acusaron a los economistas que elaboraron el informe de catastrofistas. Hoy sabemos que se quedaron cortos y los nuevos estudios anticipan costes mayores. Recuerdo también cuando unos profesores decidimos crear el Foro de Economía del Agua en la Universidad de Alcalá y empezamos a hablar de sequías, falta de inversión en infraestructuras de agua y mala regulación. Este pasado verano todo lo que contábamos ha sucedido.
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Recuerdo hace ya casi 20 años cuando se publicó el informe Stern advirtiendo de los costes económicos que el cambio climático iba a provocar. Se montó un enorme revuelo y acusaron a los economistas que elaboraron el informe de catastrofistas. Hoy sabemos que se quedaron cortos y los nuevos estudios anticipan costes mayores. Recuerdo también cuando unos profesores decidimos crear el Foro de Economía del Agua en la Universidad de Alcalá y empezamos a hablar de sequías, falta de inversión en infraestructuras de agua y mala regulación. Este pasado verano todo lo que contábamos ha sucedido. 

Tercer verano de sequía que se ha ido intensificando y este último verano ha sido el más seco. Yo he pasado mis vacaciones en el Levante, en el mismo sitio que los últimos cuatro años y el calor ha sido muy duro. Especialmente las noches tropicales con 30 grados de temperatura y elevada humedad lo cual hacía necesario encender el aire acondicionado para dormir, algo que el verano pasado sucedió pero en menor medida y no fue necesario los dos años anteriores. 

 

El cambio climático son también costes económicos elevadísimos

Escribo este post volando a Varsovia por encima de los Alpes, el mismo trayecto que hice tantas veces hace 20 años cuando desarrollábamos el aeropuerto de Varsovia con Estudio Lamela Arquitectos. La cordillera sigue igual de imponente, pero se nota que los glaciares se han reducido significativamente. Antes habíamos volado sobre los Pirineos, también imponentes pero más bajos y más al sur y el efecto sobre los glaciares es más intenso aún.  

El cambio climático es una realidad y el ser humano debe hacer lo que mejor sabe hacer: adaptarse. Mi postura en este problema es la misma que en el resto: intento ser siempre ecléctico y pragmático. Estoy igual de alejado de los negacionistas como Vox que de los escolásticos de la reducción de emisiones como Greta Thumberg o los neomalthusianos del decrecimiento.

Cuando el reverendo Robert Malthus escribió su Ensayo sobre el Principio de la Población en 1798 en el planeta éramos 1.000 millones de habitantes y Malthus ya hablaba de límite de población y de guerras y desastres para equilibrarlo por la escasez de alimentos. Hoy somos 8 veces más población, con el doble de esperanza de vida, con varias veces mayor renta por habitante y mayor consumo de alimentos por personas y día y aún no hemos visto el límite.

Lo que ya cada vez es más evidente es que la especie humana está superando la capacidad termodinámica del planeta y la entropía empieza a provocar más desastres naturales con costes económicos elevadísimos. La guía para actuar sin duda son los ODS de Naciones Unidas. El problema es que hay 17 objetivos y la clave es cómo combinarlos para conseguir sostenibilidad social y ambiental al mismo tiempo. Por ejemplo, el decrecimiento del PIB implicaría menos inversión, menos empleo y más pobreza, y la Pobreza Cero es el ODS 1 y sigue siendo el prioritario, especialmente en la mayor parte de las economías emergentes y sobre todo en buena parte de África.

 

La clave es cómo nos podemos adaptar a la nueva realidad climática y qué podemos hacer cada uno de nosotros. La macroeconomía es una abstracción de los economistas con datos agregados de millones de decisiones individuales y microeconómicas. En el agua cada uno debe ser eficiente en su uso pero casi el 80% del consumo de agua en España se concentra en la agricultura, un sector que sólo supone el 3% del empleo. Por lo tanto, la clave de adaptación debe priorizarla ese sector.

Otra necesidad es avanzar en reutilización y reciclaje de agua. No tiene sentido usar el mismo agua que bebemos para regar los parques o limpiar las calles. Los fondos europeos son una oportunidad única para esto.

 

 

Otro gran reto es la producción de electricidad y en el gráfico anterior se puede comprobar cómo la tecnología solar fotovoltaica es la que más inversión atrae en estos momentos, la mayoría inversión privada. ¿Por qué? Sencillamente porque es la forma más barata de producir electricidad en la actualidad.

China lidera claramente el desarrollo de renovables y parece que la India se ha activado por fin. Ambos países son los más poblados del mundo y ambos producen el 70% de su electricidad quemando carbón, que es la tecnología más contaminante y la que más acelera el cambio climático. Ahora estamos consumiendo aproximadamente 1,5 veces el planeta pero si China y la India hubieran replicado el desarrollo energético de Occidente en el último siglo sin energías renovables estaríamos consumiendo 3 veces el pequeño planeta Tierra. Según el gráfico, el próximo año se van a instalar en el mundo el doble de placas fotovoltaicas que el año pasado. 

 

En electricidad España es líder mundial en desarrollo de renovables

Fuimos pioneros en eólica hace 25 años y hoy tenemos la empresa líder mundial por capitalización bursátil en renovables. Al desarrollo fotovoltaico llegamos tarde pero lo hemos hecho con ganas y este año se van a instalar uno 9 gigavatios, 3 de ellos en autoconsumo.

El principal freno del desarrollo de renovables en España es la burocracia de nuestra administración pública, en todos sus niveles, que es desesperante. Salvo honrosas excepciones como Extremadura o Castilla la Mancha que lideran el desarrollo de renovables en toda Europa y ponen en evidencia la ineficiencia del resto de CCAA. Para España este sector es el más dinámico y donde más crece el empleo y además, gran parte es industrial para exportar nuestra tecnología y nuestra industria a EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia, Japón, Australia, etc. 

 

El mayor reto está en movilidad en todas sus vertientes: coche, camión, tren, avión…

Siendo muy necesario, la producción de electricidad supone menos del 20% del consumo de energía y de las emisiones contaminantes del mundo. El mayor reto está en movilidad en todas sus vertientes; coche, camión, tren, avión… Los coches eléctricos ya son una realidad y basta comprobar cómo nuestras ciudades cada vez tienen más parque móvil.

Destaca la cantidad de taxis nuevos eléctricos y nadie mejor que los taxistas para hacer números y tomar decisiones por racionalidad económica. Yo ya tengo dos coches 100% eléctricos y me cuesta unos 2 euros cada 100 kilómetros recargar la bateria. Con mis coches anteriores de gasolina y diésel me gasta unos 15 euros cada 100 km, siete veces más que ahora con mis coches eléctricos.

Este ahorro de coste tan brutal, igual que sucedió con la fotovoltaica desde 2015, es lo que hace que las tecnologías sean disruptivas y veamos crecimientos exponenciales en las ventas de coches eléctricos en el mundo, cómo puedes observar en el gráfico anterior.  

Yo tengo garaje y cargador propio y mis coches son de gama alta y a precios aún poco accesibles para la mayoría de los españoles. Pero ya están saliendo al mercado coches que con la subvención del Moves cuestan próximos a los 20.000 euros. Volkswagen ha sido el primer fabricante europeo en reaccionar y prepara coches en esos precios que además se producirán en España, en las fábricas de Barcelona y Pamplona y las baterías en Sagunto.

 

Otro problema que ha mejorado significativamente es el de la autonomía de la batería. Cada vez los coches nuevos tienen más autonomía y la carga es cada vez más rápida. Para uso urbano como coches particulares, autobuses, taxis o furgonetas de reparto de última milla la tecnología eléctrica ya es muy competitiva. Para larga distancia aún no. Pero las nuevas baterías que ya están saliendo al mercado tendrán autonomía y carga rápida muy competitiva.

Este verano visite la fábrica de CAF y necesitan baterías para mover trenes de unas 70 toneladas y su reto tecnológico es superior al de los coches. Están trabajando en un tren de 200 km de autonomía, con carga rápido que cubriría el 80% de la oferta de trenes diesel donde aún no hay catenaria eléctrica, principalmente en centro Europa. CAF es líder mundial no chino en producción de autobuses eléctricos y de hidrógeno.

La tecnología en movilidad lleva retraso con respecto a la producción renovable de electricidad pero va muy rápida y en poco tiempo será una realidad

Lamentablemente España y su burocracia nos hace ir muy retrasados, principalmente por la escasez de desarrollo de la red de puntos de recarga. En Portugal, que aún tiene salarios más bajos que los nuestros, un 20% de los coches nuevos vendidos son eléctricos, en España menos del 10% aún. Pero, al igual que la fotovoltaica, en 2023 ha explotado la instalación de puntos de recarga y en 2024 irá a más.

Mi consejo: si vas a cambiar de coche compara las prestaciones, el precio de un eléctrico y el coste de cargar la batería con respecto a la gasolina. Comprobarás que casi siempre es más económico comprar el coche eléctrico a igualdad de prestaciones. El principal impedimento es que para cargarlo tendrás que parar una media hora en viajes largos para recargar la batería.

 

El gran reto y donde más atrasados vamos en todo el mundo es en la edificación, principalmente en el calor y el frío

El autoconsumo crece pero hay muchos tejados aún por instalar placas y con las subvenciones de los fondos europeos y las deducciones del IBI en la mayoría de municipios es el momento. En nueva construcción se debería obligar ya a instalar aerotermia con electricidad y ahorrar la instalación de gas para calefacción que es la responsable de buena parte de las emisiones contaminantes que aceleran el cambio climático.

El principal problema es que los lobbies del petróleo y el gas en el mundo y en España gastan miles de millones de euros para presionar a la clase política y frenar la necesaria transición a las nuevas tecnologías renovables que, además de reducir las emisiones y frenar el cambio climático, son ya más económicas y competitivas que los combustibles fósiles en la mayoría de las ocasiones. 

 

En casas y edificios ya construidos, la mayoría, el momento del cambio es cuando se estropee la caldera y haya que cambiarla. Como en los coches, mi consejo es que busques, compares y comprobarás que con las subvenciones de los fondos europeos que no estamos utilizando y se van a perder es mucho más económico poner una bomba de calor y frío que mantenga la casa fresca en verano y caliente en invierno a un coste infinitamente inferior al del gas. Si además te pones placas en el tejado, el coste será muy inferior.

No pienses qué pueden hacer los políticos por ti para adaptarte a la nueva realidad climática, piensa qué puedes hacer tú y usa el análisis económico coste-beneficio para adaptarte. Mi consejo es como en los árboles frutales, recolectar primero las frutas más accesibles y que estén ya maduras. En decisiones de sostenibilidad, elige lo que la tecnología y los costes hagan eficiente ya y espera a que el resto lo sean. 

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