Mi artículo publicado en El País
Más allá de la creación de empleo observada en el cuarto trimestre, el demonio siempre está en los detalles. La Encuesta de Población Activa (EPA) confirma una intensa desaceleración de la economía española. Si atendemos sólo al empleo no agrícola, como en EE UU, se destruyeron 15.000 empleos el pasado trimestre, mientras en el cuarto trimestre de 2014 se crearon 3.000. El Estado creó uno de cada tres empleos, si eliminamos ese efecto, el frenazo de la actividad privada es aún mayor. Y especialmente en la industria que destruyó 55.000 empleos, cuando en el último trimestre de 2014 se crearon 12.000 empleos industriales. Con la advertencia de Bruselas sobre incumplimiento de déficit, el empleo público tuvo un crecimiento en España próximo al 3% en 2015.
Si atendemos a la calidad del empleo, la lectura es aún peor. En el pasado trimestre se destruyeron 48.000 empleos a tiempo completo y se crearon 93.000 a tiempo parcial. Y las horas extras no pagadas crecieron un 25%. En tasa anual las horas trabajadas han pasado de crecer un 5% en el tercer trimestre a un 3% en el cuarto. Las horas siguen aumentando trimestralmente, pero un 20% menos que en 2014 y un 8% menos que en 2013. El crecimiento del PIB en el último trimestre de 2013 aún provisional fue del 0,7%, por lo que la economía creció el pasado trimestre próxima al 0,6%. Lo preocupante es que entramos en 2016 sin inercia, con incertidumbre política, la política fiscal será ligeramente contractiva y el entorno internacional, desfavorable.
La EPA permite explicar el desplome de votos del PP y la inestabilidad política que ha generado Rajoy. El nivel de empleo es similar al de 2011 cuando Rajoy llegó a la Moncloa, por lo tanto la pasada legislatura ha sido perdida para salir de la crisis. Sigue habiendo cuatro millones de desempleados con nacionalidad española, que son los que votan, pero 600.000 han perdido su prestación por desempleo y han pasado a la pobreza severa.
Hay 132.000 empleados de nómina menos con contratos indefinidos que han sido sustituidos por trabajadores a tiempo parcial. El PP ha perdido masivamente el voto de jóvenes menores de 35 años. Tras la reforma laboral de 2012 hay 866.000 jóvenes menos trabajando en España y la precariedad y la deflación salarial se ha cebado con ese colectivo. La tasa de paro ha bajado pero exclusivamente por la huida de población inmigrante. Un millón de extranjeros han decidido abandonar España desde 2011. El PP concentra sus votos en mayores de 65 años, a pesar de haber dejado un agujero de 15.000 millones en la Seguridad Social y haber dilapidado la mitad de la hucha de las pensiones.
Necesitamos cambiar de políticas y de Gobierno. Pero cambiar para mejor. Podemos repite punto por punto los errores del programa de Syriza en Grecia que llevó al corralito, más recortes, más dinero para los bancos y más pobreza. No hay solución buena pero unas nuevas elecciones serían un mal menor, para los españoles, especialmente para nuestros jóvenes, pero también para nuestros socios europeos y para los inversores internacionales que necesitamos para financiar nuestra elevada deuda externa.