Mi artículo de El País publicado ayer.
En diciembre de 2009 comenzó la fuga de capitales y el frenazo brusco de la economía griega y cinco años después Grecia vuelve a ser una amenaza para la estabilidad financiera de la eurozona. En otoño de 2009 un nuevo Gobierno afloró déficit público oculto hasta situarlo en el 15% del PIB. Merkel optó por cumplir los tratados que no contemplaban rescates de países, hasta que en mayo de 2010 los mercados colapsaron y se temía otro Lehman Brothers.
Merkel ha decidido no dar un tercer rescate hasta que se aclare la crisis política griega. El actual Gobierno no tiene mayoría para renovar al presidente y ha decidido precipitar la decisión a la próxima semana. Samarás, actual primer ministro, repite la estrategia de las últimas elecciones: o yo o Syriza y el caos, con la esperanza de que algunos partidos minoritarios le apoyen. Si fracasa habrá elecciones y Syriza parte con clara ventaja en las encuestas. En su programa electoral anuncia que impagará la deuda por motivos humanitarios y un plan de aumento del gasto público del 7% del PIB sin explicar cómo lo va a financiar.
La economía griega ha sufrido lo que se denomina un frenazo brusco. Los tres principales indicadores que usa el NBER en EE UU para determinar el ciclo se han desplomado. Las ventas minoristas han caído un 40% desde 2008; la producción industrial, un 35%, y el empleo, un 20%. Y las tres variables han retrocedido a niveles de los años setenta cuando los griegos reinstauraron la democracia tras una dictadura militar.
Una variable clave para salir de un frenazo brusco y provocar un resurgir denominado Ave Fénix es una intensa devaluación del tipo de cambio. Combinada con una contención del gasto público y los salarios empobrece al país, pero restaura la competitividad y permite a la economía crecer y crear empleo vía exportaciones. El problema es que, al tener una elevada deuda externa, quiebras al Gobierno, a los bancos, y a las familias y empresas endeudadas en moneda extranjera. Este proceso mal gestionado y sin rescate del FMI, como en Argentina en 2001, acaba provocando una depresión equivalente a la griega.
Dentro del euro, sin mutualización y monetización como hizo Obama en 2009, el camino de la devaluación interna provoca deflación y depresión y también quiebra a familias, empresas, bancos y gobierno. Merkel consiguió que sus bancos y fondos de pensiones sacaran sus inversiones de Grecia sin pérdidas y ahora han sido socializadas por los contribuyentes europeos. Pero la mayor parte de la devaluación interna se ha hecho vía productividad por destrucción de empleo y ha provocado una crisis social y política. La duda es: ¿cuánto puede soportar una democracia parlamentaria una tasa de paro del 25%?
Syriza sabe que su plan saca a Grecia del euro y se la juega a que el contagio a las primas de riesgo de Portugal, España e Italia fuerza un acuerdo de deudores. Esa fue la estrategia de Papandreu en 2010 y fracasó. Merkel intentará ganar más tiempo y se aprovechará de la debilidad de Hollande, Rajoy y Renzi. Pero ¿y si sale mal? Entonces descubriremos que no hay plan b y habrá que improvisar, como se ha hecho en Europa desde 2009. Y en España tendremos un experimento de los efectos de las propuestas de Podemos. También es posible que haya vida inteligente en Europa y se apruebe un Plan Brady europeo para acabar con esta maldita crisis.