La economía rusa se encuentra inmersa en lo que la literatura económica denomina un frenazo brusco. Es una patología muy compleja con fuerte impacto sobre la actividad y el empleo. Una perturbación exterior provoca una fuga de capitales y ello se traduce en una intensa depreciación del tipo de cambio. En este caso, ha sido el desplome del precio del crudo.
En el gráfico se puede observar la brutal depreciación del rublo contra el dólar desde el pasado verano. Rusia es un monocultivo del petróleo y del gas. La fuerte subida de ambos precios desde 2003 aumentó significativamente el PIB y la renta del país, así como los salarios internos. Esto provocó lo que se conoce como mal holandés, dado que el resto de sectores dejan de ser competitivos por la subida de salarios y se sustituyen por importaciones.
Ahora, una buena parte de la cesta de la compra de los rusos está compuesta por productos importados, incluso productos básicos de alimentación. Y la depreciación del rublo encarece los precios y aumenta la inflación. Ante mayores expectativas de inflación, los inversores -incluidos los rusos- temen una mayor depreciación del tipo de cambio e intensifican la fuga de capitales.
El principal problema es el sistema bancario. Si los bancos rusos tienen parte de sus pasivos en euros o moneda extranjera, el desplome del rublo provoca su quiebra y una crisis bancaria. Con ella se genera una brusca contracción del crédito a empresas y familias, y una depresión.
Otro problema adicional son las cuentas públicas. Aproximadamente un tercio de los ingresos públicos provienen del petróleo y del gas, y con el desplome de los precios del crudo habrá un fuerte déficit público en 2015. Si el gobierno tiene la tentación de pedir a su banco central que monetice el déficit, y éste le da dinero para pagar la nómina de los funcionarios, el país acabará en una hiperinflación.
¿Qué se puede hacer en un frenazo brusco? Lo primero mantener la calma. Lo segundo, sedar al enfermo. Y lo tercero, tener un buen diagnóstico y actuar con diligencia y contundencia. Cada minuto perdido aumenta los costes para los rusos en términos de deuda pública, desempleo y pobreza.
Lo primero es parar la hemorragia de la fuga de capitales, y ayer subieron los tipos al 17%. Lo segundo, presentar un plan de ajuste fiscal y de estabilidad de precios creíble. India lo consiguió el pasado año nombrando a Rajan, ex economista jefe del FMI, presidente del Banco Central. Un plan de recapitalización del sistema bancario. Y luego, cruzar los dedos para que el petróleo no siga cayendo de precio.
Esto provocará una recesión, pero evitará una depresión. Rusia cuenta con una elevada base de reservas de dólares y no necesita un plan de financiación de emergencia del FMI. Lo que no está claro es si Putin le dirá a los rusos la gravedad de la situación y la necesidad del plan de emergencia, o si optará por huir hacia delante y acabar como en su crisis de 1998.
Si consiguen parar la fuga de capitales habrá que preparar planes contra la pobreza extrema. Y empezar a pensar en serio en diversificar su economía para acabar con el monocultivo del petróleo. Pero Putin se ha presentado ante los rusos como el que recuperará la dignidad perdida tras la caída de la URSS. Esperemos que haya inteligencia en Europa y Merkel no aproveche esta debilidad para cobrarse la derrota en Ucrania. Si Rusia estalla, el proyecto europeo estará amenazado.
El problema es que esto no sólo está pasando en Rusia. También en Venezuela y no tienen reserva de dólares. Y pronto pasará en Ecuador, en Argentina con el precio de la soja…. En Europa y España sólo hemos querido ver la parte romántica de la bajada del petróleo porque bajará nuestro precio de la gasolina y nuestro déficit exterior. Pero hemos obviado la parte financiera: un país con una deuda externa del 100% es extremadamente vulnerable. Pero Rajoy ya ha dado oficialmente por finalizada la crisis, y otros quieren convertir a nuestra querida España en la próxima Rusia, Venezuela, Argentina o Ecuador.
Algunos seguimos pensando que Hay Vida Después de la Crisis. Pero la solución pasa sobre todo por Europa. Plan Juncker de estímulo, Eurobonos, QE del BCE y plan Brady europeo. Empiezan a haber signos de vida inteligente en Bruselas con la nueva Comisión, pero aún no en Alemania. Este viernes hay Cumbre Europea. Veremos.