Mi artículo publicado en El País.
Tras el fraude de la guerra de Irak y el engaño de las armas de destrucción masiva que provocó muertos y desestabilizó Oriente próximo y Oriente Medio Obama hizo una inteligente política exterior. EE UU dejaba de ser la policía del mundo y ejercía su liderazgo con una política multipolar y multicultural como es el mundo tras la caída del muro de Berlín.
Donald Trump es a la diplomacia lo que Rajoy al liderazgo. Basó su campaña en el miedo de una parte de los estadounidenses al futuro del empleo, a la globalización y a los robots para ofrecer proteccionismo rancio. Es lo mismo que hizo Reagan en los años ochenta, entonces contra los productos japoneses. Hoy Trump lo hace contra los productos chinos.
Siendo presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump ha acusado a China en una red social de manipular su tipo de cambio. El 99% de los usuarios de esa red no son conscientes de la trascendencia del hecho. Si se demuestra que es cierto, Trump podría poner aranceles para protegerse de las importaciones chinas.
Como decía Groucho Marx: “más vale callar y parecer tonto una vez que abrir la boca y demostrar que lo eres de por vida”. Antes de la crisis, el Congreso estadounidense amenazó a China con abrir procedimiento de manipulación de tipo de cambio. China tenía un elevado superávit exterior y era el principal receptor de inversión extranjera del mundo. Esa masiva entrada de dólares en su país debería apreciar el yuan.
Pero China decidió mantener su tipo de cambio fijo para evitar que la apreciación dañase sus exportaciones y su empleo industrial. Para conseguirlo, el gobierno compraba dólares en el mercado y acumuló casi cuatro billones de reservas, el 30% de su PIB. La acusación estaba justificada, y desde entonces el tipo de interés real efectivo chino se ha apreciado un 30% corrigiendo la infravaloración. Hoy el salario medio en dólares en China es un 50% superior al de México.
Pero desde 2013, las exportaciones chinas se han frenado en seco, su superávit exterior se ha reducido y han sufrido una fuga de capitales que supera el billón de dólares y varias crisis financieras. El gobierno chino ha gastado un billón de sus reservas, equivalente casi al PIB de España, para evitar una depreciación excesiva de su tipo de cambio que provoque una crisis bancaria y una recesión.
Si el gobierno chino deja de intervenir, como pide Trump, el tipo de cambio se hundirá, los salarios chinos en dólares bajarán con fuerza, habrá más productos chinos en las tiendas de EE UU, y dañaría el empleo industrial que es lo que ha llevado a muchos estadounidenses a votar a Trump.
Todo ha sido tan rápido que aún no somos conscientes lo que supone tener a un insensato populista al mando de la que sigue siendo la principal potencia económica y militar del mundo. Yo estaba preocupado cuando ganó las elecciones pero tras nombrar al gobierno más extremista y sectario de la historia de Estados Unidos lo estoy mucho más. Y Rajoy sumiso con él como con Merkel.