Mi artículo publicado en El País el pasado 3 de abril.
Alemania registró en 2014 una tasa de paro del 5%, el mínimo desde su unificación, menos de la mitad que el promedio de la eurozona y un oasis dentro de la crisis del euro. Y sus bonos de deuda pública a 30 años cotizan a 0,60%. En Alemania culparán al BCE de provocar una sobrerreacción de los tipos a la baja con sus compras de deuda, pero se equivocan. Los bancos centrales tienen capacidad de controlar los tipos a corto plazo y efectivamente el BCE los ha bajado al 0%, pero como reacción a la crisis y al riesgo de deflación; y siempre muy por detrás de los acontecimientos.
La pregunta que deben hacerse en Alemania es ¿por qué están los tipos de largo plazo tan bajos? El Banco de Japón compra bonos de manera más agresiva que el BCE y sus tipos a 30 años están al 1,30%. Y en EE UU y Reino Unido, donde las compras también han sido más agresivas, los tipos a 30 años de su deuda pública están próximos al 2,50%. Lo que nos enseñó Knut Wicksell es que los tipos de interés a largo plazo acaban reflejando la rentabilidad de las inversiones en la economía real. Y el problema de Alemania y del conjunto de la eurozona es que han entrado en un estancamiento secular donde la rentabilidad de las inversiones es mínima. Por eso los tipos de largo plazo de los bonos son tan bajos, el crecimiento es anémico y hay riesgo de deflación. Hasta 2007 la Eurozona estaba segmentada en dos áreas: los países que tenían superávit exterior, como Alemania, que financiaban a los que tenían déficit exterior como España. Llegó la crisis financiera, el ahorro se balcanizó y los países con déficit se vieron forzados a frenar en seco, hundiendo su inversión y generando superávit exterior a costa de subir exponencialmente la tasa de paro. Pero Alemania no sólo no ha disminuido su superávit, sino que lo ha aumentado desde 2007 hasta máximos históricos del 8% de su PIB.
El saldo con el exterior de una economía es la diferencia entre su ahorro y su inversión. Alemania en 2014 invirtió el 17% del PIB, 2 puntos por debajo de 2007, 5 puntos por debajo de Francia y 1 punto por debajo de España en el peor momento de la depresión. La inversión privada está muy por debajo del promedio, lo cual contradice el mito del ejemplo alemán. Si la economía germana está tan bien ¿por qué no invierten sus empresas?
Lo que nos enseñó Keynes es que, cuando las empresas no invierten suficiente, el estado debe ser proactivo para sacar a las economías del estancamiento secular y eliminar el desempleo involuntario. Alemania tiene baja tasa de paro pero mucho subempleo, más propio de un país emergente que de un país del G-7. La inversión pública alemana en 2014 fue 2% del PIB, por debajo del promedio del 3% de la eurozona y la mitad que en Francia, que invierte el 4%.
Es muy fácil decir a Grecia sus errores. Pero ¿quién le dirá a los alemanes lo que tienen que hacer? La inversión alemana será más determinante para Europa que la crisis griega, pero nadie habla de los desequilibrios germanos.