LOGO_JCDIEZ
LOGO_JCDIEZ_Mesa de trabajo 1 copia 13

Costes económicos de la independencia de Cataluña. Episodio XXIV

Fuente foto: BCNBITS (Flickr)
Fuente foto: BCNBITS (Flickr)

El 27 de septiembre los catalanes tendrán que elegir su gobierno de los próximos cuatro años. Pero no son unas elecciones más. Hay una lista de unidad que incluye a Convergència -partido de derechas- con Esquerra -partido de extrema izquierda-, y cuyo nexo de unión es el deseo de una Cataluña independiente de España. Y los independentistas advierten que o la independencia o la decadencia económica.

La economía es y debería seguir siendo una ciencia empírica con independencia o sin independencia. Desde 1978, cuando la constitución reconoció a los catalanes y al resto de españoles sus derechos de libertad (no sólo de lengua, también de reunión y de expresión, y que no tenía Cataluña), han mejorado significativamente su nivel de vida, ha aumentado su población, su empleo, su renta y han multiplicado por tres su gasto social por habitante.

¿Por qué, si no hay independencia, Cataluña estará en decadencia? ¿Los 30 años de gobierno de Convergència han sentado las bases de la decadencia? ¿Se han hecho Artur Mas y Esquerra de Podemos después de haber formado parte de los gobiernos que han gestionado Cataluña en las últimas décadas?

La tesis “independencia o decadencia” le ha recordado a este economista observador cuando era niño y el cura que me daba catequesis me contaba el rollo de Adán y Eva y el creacionismo. Yo tenía 9 añitos, pero ya era muy observador y le dije que había escuchado que el hombre venía del mono. El cura me contestó: “Doctores tiene la madre iglesia que te sabrán contestar.” Los independentistas, como los curas, nos piden que creamos en la independencia como un dogma de fe.

La mayoría de estudios económicos que he leído sobre la independencia hablan del análisis coste – beneficio a largo plazo. Pero como nos enseñó Keynes, “a largo plazo todos muertos.” El problema del que no hablan es que a corto plazo la independencia no es viable. Como ya le han dicho a Artur Mas en Brsuelas y en Frankfurt, aunque por pura táctica electoral ha decidido ocultárselo a los catalanes, igual que hizo Tsipras con los griegos.

Para ser un estado tienes que ser reconocido como tal por Naciones Unidas. Posteriormente, Cataluña tendría que negociar un nuevo tratado de adhesión con la Unión Europea que tiene que ser ratificado unánimamente por los 28 países, incluido España. Y luego tendrá que pedir su adhesión al Euro. Hasta Forrest Gump entendería que la independencia va a llevar un tiempo y unos cuantos trámites.

Pero ningún político independentista nos ha explicado cual es su plan para sobrevivir hasta que se cumplan esos trámites. La evidencia empírica en Naciones Unidas nos enseña que el proceso puede llevar años, en el mejor de los casos, o décadas, en el peor de los escenarios.

Cataluña no es Grecia. Su PIB y su renta por habitante es mucho mayor que la griega. Y no es casual: Cataluña tiene más y mejores empresas, muchas multinacionales como VW, un capital humano mejor formado, mejores infraestructuras y mucha mayor competitividad que los griegos. Pero su situación financiera, en el caso de iniciar la secesión, sería muy similar a la griega.

El Consejo para la Transición Nacional que asesora a Mas ha reconocido que crear la agencia tributaria catalana también llevará unos cuantos trámites. Y mientras duren esos trámites los gastos superan a los ingresos y habrá que emitir deuda pública. El informe me ha recordado al programa de Salónica de Syriza que publicaron en septiembre de 2014. Syriza le vendía a los griegos un mundo sin restricciones en el que aumentarían la inversión pública, aumentaría el empleo y todos serían felices y comerían perdices.

Pero los taxistas griegos ya se han aprendido los estatutos del BCE y tienen más conocimiento sobre ELA y corralitos que los asesores de la Generalitat. Cataluña es un bono basura, su deuda no es descontable en el BCE y no tiene acceso normalizado a los mercados internacionales de financiación. Las agencias de rating ya han advertido que la independencia tendría un impacto negativo a corto plazo y que le bajarían aún más el rating a la Generalitat de Cataluña. Por lo tanto, no podrían emitir deuda y no habría dinero para pagar a los funcionarios y a los pensionistas.

Podrían optar por una moneda paralela. Para ello Mas puede contratar a Varoufakis que ahora tiene tiempo libre y un plan bastante avanzado de moneda paralela, más conocido como patacón, dentro del euro. Hasta Varoufakis reconoce en su plan que una moneda paralela implica imponer corralito y corralón para evitar que la economía salte por los aires por una fuga de capitales. Por lo tanto, los catalanes no podrían sacar su dinero de los bancos durante un tiempo y que el plan no detalla. Eso tiene un impacto directo sobre el consumo y las ventas de las empresas y activa de nuevo la destrucción de empleo y la recesión, como están aprendiendo los griegos con sangre, sudor y lágrimas. Y en Cataluña, como en Grecia, habría más pobreza y más desahucios.

Detrás de estos fríos números hay cientos de miles de personas con nombres y apellidos que sufrirían. La situación de Grecia era muy complicada en enero pero ahora tras la fuga de depósitos y el corralito es mucho peor. Siento tener que contar esto, pero es mi obligación como economista observador. Recibí duras críticas cuando advertí que Grecia estaba al borde del precipicio pero que el programa de Syriza suponía dar un paso al frente. Lamentablemente ahora los griegos sufren las consecuencias.

Viajo mucho a Cataluña y tengo amigos independentistas o simpatizantes con la independencia. Soy consciente del cabreo y el descontento de los catalanes y cómo se ha visto incrementado exponencialmente por esta maldita crisis. Pero veo poca autocrítica y demasiada culpa al enemigo externo, como sucede en Grecia. La burbuja inmobiliaria fue made in Cataluña, igual que en el resto de España. Y el sobreendeudamiento de la Generalitat, de las familias y de las empresas fue made in Cataluña.

Rajoy ha hecho en Cataluña en los últimos cuatro años lo mejor que sabe hacer: nada.  El PP usa el problema de la independencia de Cataluña para despertar el miedo a que se rompe España y movilizar a su electorado más a la derecha que ha dejado de votarle tras aumentar la pobreza y empobrecernos a todos con la bajada de salarios y el aumento indiscriminado de impuestos que ha aplicado en la pasada legislatura.

Los independentistas, igual que Syriza, están vendiendo a los catalanes un mundo sin restricciones como el país de Nunca Jamás. Pero lo primero que aprendes en la facultad de economía es a incorporar en toda decisión una restricción presupuestaria. Y como explico en mi libro La Economía no da la Felicidad, aquellos que no la incorporan generan mucho más infelicidad de la que quieren resolver. Eso es lo que ha sucedido en Grecia y eso es lo que sucedería en Cataluña. Sólo iniciar el proceso secesionista activaría el mecanismo financiero y la recesión.

No sólo los catalanes vivirían peor, el resto de españoles también nos veríamos afectados. Por lo tanto, son igual de insensatos los independentistas catalanes que los nacionalistas españoles que avivan el incendio. En mi libro cito el espíritu renacentista de Pico della Mirandola de volver a poner al hombre en el centro de las decisiones. Por eso defiendo mejorar nuestra constitución, los tratados europeos y la gobernanza global para mejorar la vida de los catalanes, del resto de españoles, del resto de europeos y del resto de ciudadanos del mundo.

El tratado de Mirandola se basaba en la discrepancia, la diferencia y la diversidad. Claro que los catalanes son diferentes, hasta entre ellos. Los hay independentistas y los hay que les encanta el flamenco en las tascas maravillosas del Raval porque sus padres nacieron en Almería.

La clave para evitar la infelicidad que generan las crisis es gestionar el desorden que provocan los conflictos, no incrementar el caos con nuevos problemas. Pase lo que pase el 27 de septiembre yo seguiré deseando volver a Barcelona, andar por Paseo de Gracia, visitar el museo de Tàpies o Dalí, bañarme en Cadaqués o pasear por el Pirineo.

Pero ayer tuve un sueño y soñé que acabábamos con esta maldita crisis, que los catalanes seguían en España y que todos juntos unidos nos poníamos en la misión de mejorar Europa y el mundo para que las personas, independientemente de su sexo, condición, nacionalidad, raza o religión vivamos mejor. Los catalanes se juegan muchísimo más que unas simples elecciones autonómicas. Y como nos enseñó Adenauer: “la historia son todas aquellas cosas que se pudieron evitar.”

Que la força els acompanyi.

(que la fuerza les acompañe)

P.D.- ¿Quieres mi nuevo eBook: “Guía de supervivencia. 50 conceptos que te ayudarán a entender la economía actual”?  Apúntate y lo recibirás GRATIS en tu correo. Un saludo