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Un economista observador en Uruguay

Todas las fotos las tienes en mi página de Facebook.
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Escribo este post en el vuelo desde Montevideo a Madrid. A mi izquierda veo una espectacular puesta de sol en América y a mi derecha ya es de noche en África. Mi viaje a Uruguay ha sido corto, pero muy intenso. El primer día presenté mi libro en el Teatro Solís -el teatro de la Ópera-,  que también tiene una excelente sala de conferencias. Lo organizaba el think tank Nueva Agenda Progresista y tuvo una numerosa e influyente convocatoria. Varios ministros del gobierno con el núcleo del equipo económico entre el público. También estaba Enrique Iglesias, un uruguayo universal que los españoles hemos podido disfrutar ya que ha dirigido la Segib y ha sido el responsable de las Cumbres Iberoamericanas

La charla fue sobre Europa y, como comentarista, tuve a Gabriel Odonne, excelente economista y buen amigo. Gabriel estudió su doctorado en España y es un gran conocedor de los problemas europeos que sigue con mucho interés. Al día siguiente me dediqué a atender a televisiones, radios y periódicos con una agenda milimétricamente preparada por mi editorial. Hace dos años había presentado mi primer libro y había mucha expectación con el nuevo.

En aquel entonces estuve en Montevideo presentando mi libro Hay Vida Después de la Crisis y vine maravillado de Uruguay. Es un pequeño gran país con un nivel cívico y democrático muy superior a muchos países europeos, entre ellos nuestra querida España. En Uruguay, si un presidente de la República hubiera tenido un caso como la Gurtel -con cobro de sobresueldos que le afectaban personalmente- habría dimitido inmediatamente. Además, los uruguayos son gente amable que siempre buscan que el visitante se sienta a gusto. No es casual que tengan Punta del Este, uno de los principales centros turísticos de Latam.

Hace dos años crecían y se notaba la euforia, pero la economía estaba sobrecalentada. La inflación y los salarios crecían próximos a dos dígitos, había boom de construcción y burbuja de precios inmobiliarios. Pero los uruguayos te explicaban que esta vez era diferente. Ahora, el precio de las materias primas ha caído con fuerza y sus dos principales clientes de exportación, Brasil y Argentina, han frenado en seco. Y la población está preocupada y empiezan a recordar su grave crisis de 2002.

Entonces advertí que la inflación era demasiado elevada, que el tipo de cambio estaba sobrevalorado y que Uruguay era un país caro para hacer negocios. Recomendé un pacto de rentas para moderar el crecimiento de los salarios y la inflación, y eso implicaba frenar algo el crecimiento económico para bajar el calentón. Me miraban como si fuera un astronauta.

Ahora es el nuevo gobierno el que se ha visto obligado a anunciar un presupuesto con un ajuste gradual del déficit y está en conflicto con los profesores que le exigían una subida del salario del 7%. Tras doce años de crecimiento y de fiesta la sociedad uruguaya no quiere asumir que el viento que llega a Uruguay ha cambiado. Brasil ha entrado en una profunda recesión y Argentina está en una estanflación y pendiente del próximo gobierno que deberá gestionar la devaluación y el ajuste fiscal que Kirchner no ha realizado y que será su herencia.

Uruguay ya está destruyendo empleo y técnicamente se puede hablar de recesión, aunque el PIB no haya empezado a caer. Pero bien gestionada será una recesión normal y no una depresión como padecieron en 2002. Uruguay cuenta con un excelente equipo económico, tanto en el ministerio de economía, capitaneado por el experimentado Astori, como en el Banco Central dirigido por Mario Vergara.

Conocí a Mario en el viaje anterior, pero no tuve el placer de conversar con él. En este viaje me invitó a dar un seminario en el Banco Central sobre la crisis en Europa y pude discutir con él y con Carlos Steneri, responsable de la gestión de la reestructuración de la deuda uruguaya en Washington en 2002. Te adjunto el fichero con la presentación que realicé (Presentación). Mario es un economista muy experimentado en gestión. Se doctoró en economía en Berkeley con premio extraordinario y lleva varios años al frente del banco central y también ha sido ministro de economía.

Tiene un diagnóstico preciso y claro de los problemas de Latam y de Uruguay y gestiona con mano de hierro y guante de seda el banco central. Mientras otros países de la región tienen miedo para vender reservas y frenar el desplome de sus divisas por temor al estigma, Mario es consciente que el peso se ha depreciado casi un 50% en dos años, ha acelerado la inflación que amenaza con romper la barrera psicológica del 10% e interviene en el mercado con transparencia y explicando sus acciones con mucha pedagogía.

Uruguay acumuló durante el boom reservas de divisas por valor del 30% del PIB. Su deuda pública neta es del 20% del PIB, la mayoría emitida en moneda local y en manos de fondos de pensiones locales. Además, el sistema bancario aprendió de la crisis de 2002 y su exposición de balance en dólares está equilibrada. Por eso ha podido soportar una depreciación del 50% de la divisa sin entrar en quiebra.

El problema de Uruguay son sus vecinos, cambiar la matriz productiva y reforzar la industria y su estabilidad política. El Frente Amplio gobierna el país desde 2005. Incluye a lo que sería en España Psoe, IU y Podemos. Hay muchas diferencias internas pero se mantienen unidos porque las diferencias con la derecha son mucho mayores. Pero esta es la primera crisis económica que gestiona el Frente y será su prueba del algodón.

La caída del precio de la soja y el mantenimiento en máximos del precio de la carne de vacuno ha hecho que muchos cultivos hayan vuelto a ser pastos para el ganado. Fernando Lorenzo, ex ministro de economía, estudió su doctorado y colaboró con Toni España en el Instituto Flores de Lemus y es buen amigo. Me llevó a visitar bodegas Bouza cerca de Montevideo donde cultivan uva tempranillo, la uva más habitual en nuestra querida España, y hacen unos tintos excelentes que consiguen vender en Madrid. Pero más sorprendente es que hacen unos blancos Albariños de altísima calidad y que dedican también a la exportación.

También están haciendo aceites de oliva de alta calidad que dedican casi íntegramente a la exportación. Y se han especializado en la industria de la celulosa para la fabricación de papel. Tienen dos zonas francas en Montevideo con exenciones fiscales para las empresas allí localizadas que atraen muchas multinacionales, similar al modelo irlandés o al chino que también basaron se expansión en zonas especiales libres de impuestos. Muchos españoles de extrema izquierda que veneran a Mújica y ven al Frente Amplio como un ejemplo a seguir deberían aprender del pragmatismo de los uruguayos. Para avanzar en bienestar, derechos sociales y reducción de la pobreza es necesario crear la riqueza antes de redistribuirla.

Fui a la presentación del libro de Enrique Iglesias en la facultad de economía que era un resumen de un grupo de trabajo para pensar en el Uruguay del futuro. Enrique formó parte del equipo que hizo la planificación hace 50 años y repite de nuevo. La clave es la educación y el capital humano. Pero a corto plazo es necesaria la estabilidad macroeconómica, rebajar la inflación, estabilizar el tipo de cambio y conseguir que sea competitivo para que nuevas empresas e industrias elijan a Uruguay para producir. Crisis en Asia significa oportunidad. Nadie desea esta crisis pero Uruguay no debe perder esta oportunidad. Sus problemas y sus retos son infinitamente más sencillos de solucionar que los de sus vecinos argentinos y brasileños.

Los dos últimos días hizo un sol radiante y una mini primavera y pude disfrutar del campo uruguayo. Enrique Iglesias nos invitó a su pequeña chacra en San Antonio cerca de Punta del Este donde mis niños pudieron disfrutar entre los terneros, caballos, vieron un corderito recién nacido, gallinas, patos, etcétera.

Visitamos Punta del Este, un lugar maravilloso con un cuidado urbanismo respetuoso con las playas de dunas que rodean la punta. No pudimos ir a isla de lobos, donde hay lobos marinos, ni bañarnos en sus maravillosas playas por el frío invierno. Por lo tanto, estamos obligados a volver. Espero y deseo que en mi próximo viaje los uruguayos hayan gestionado con éxito sus encrucijadas y la economía ya esté creciendo y creando empleo de nuevo.

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