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Como decíamos ayer

Este economista observador estrena este nuevo punto de encuentro con sus seguidores y con todos aquellos que espero se vayan sumando a esta comunidad. El pasado año tomé la decisión de iniciar un proyecto en solitario con la única marca de José Carlos Díez. Ha sido el año profesional más intenso y satisfactorio de mi vida. Durante este tiempo, he mantenido mi blog en Cinco Días, que comencé en 2008, y que era una de mis señas de identidad. La colaboración con Cinco Días continuará y desde aquí toda mi gratitud, especialmente a Jorge Rivera y Juanjo Morodo. Cuando este economista observador no era conocido en 2004, ellos apostaron por mí y nunca lo olvidaré.

En la era de la revolución tecnológica y la globalización, este blog es un paso más. Vamos a innovar con un espacio virtual en el que seguiremos hablando de economía, que es de lo que este economista observador tiene capacidad para opinar aunque, al modo en que le sucedía al maestro Ortega, dude de todo lo que opina. Mantendremos el blog en el mismo formato que el anterior pero pronto podrás acceder a nuevos contenidos multimedia de este economista observador en vídeo, a mi nuevo libro y otras fórmulas que espero también sean de tu interés. Por ejemplo, te resumiremos el mundo Twitter, podrás acceder a todas mis intervenciones en medios, etcétera.

Este modelo está muy desarrollado en EEUU, el sitio del mundo donde más y mejor economía se estudia. Nosotros, de la mano de Thinking Heads, lo traemos a España.

Como me enseña mi amigo Sebastián Álvaro, hay que intentar lograr tus sueños imposibles. Toda mi vida me han dicho que lo que intentaba era imposible. Y hasta ahora siempre he llegado a la cima. Este nuevo reto es una nueva ilusión.

Mi tarjeta de bienvenida debe acabar con el agradecimiento a ti, lector, que eres el protagonista principal. Gracias de nuevo por estar al otro lado. Es la motivación principal que me lleva cada mañana a levantarme, observar la realidad y seguir contando historias de economía.

El economista observador es el mismo, sólo cambia el lugar en el que encontrarle.

Carpe Diem