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Rajoy supera a Thatcher: vende viviendas con familias a fondos buitre

(Pincha en este enlace y podrás escuchar mi intervención en el programa Hoy por hoy de la Cadena Ser, el 04-07-2014)

La pasada semana tuve el placer de charlar con Juan José Millás en los micrófonos de la Cadena Ser sobre fondos de inversión, fondos buitre y Sicav, términos que se han hecho tristemente habituales en los últimos tiempos por motivos nada positivos y que es bueno explicar de dónde vienen y qué son.

Lo que ocurre hoy en España, donde hemos destruido el 20% del empleo y generado un drama de pobreza que hace que muchas familias no puedan pagar sus deudas, tiene mucho que ver con esos conceptos y lo que significan. Vayamos por partes, que diría Jack el Destripador.

FONDOS DE INVERSIÓN Y LA TRAMPA DEL DEUDOR-ACREEDOR

Hasta los años ochenta teníamos la suerte de tener una banca aburrida, que cogía depósitos y los transformaba en créditos. El sistema era mucho más estable y la economía de los países, también. En aquella década, ese mecanismo se rompió a nivel mundial.

A España la innovación financiera le llegó con la entrada en el euro. Como se concedieron más créditos de los que podían atenderse con depósitos, la banca se fue a buscar financiación fuera. ¿Cómo? Entre otras cosas, convirtiendo las hipotecas que habían concedido en títulos que podían comprarse y venderse. Al vender esos títulos, el banco compartía una parte del interés que cobraba por las hipotecas a cambio de capital fresco para nuevas hipotecas. Esto es lo que se llamó titulización.

Por otro lado, hasta los años ochenta, los fondos de inversión eran un instrumento para grandes fortunas ubicado normalmente en paraísos fiscales. Lo que se hizo fue democratizarlos, que cualquiera pudiese acudir a una oficina bancaria e invertir en cualquier activo de cualquier lugar del mundo.

¿Cómo se cruzan ambas cosas? Los créditos ahora, en lugar de estar en el banco, están en un fondo de titulización en el que puede haber invertido por ejemplo, el fondo de pensiones de cualquiera de nosotros. Somos los acreedores y los deudores. Cuando hay un impago de una hipoteca, el fondo la ejecuta igual que haría el banco. En teoría están protegiendo a ciudadanos frente a ciudadanos. ¿Habría otra opción? Sí. La cuento en Hay vida después de la crisis y la resumo a continuación.

LOS FONDOS BUITRE Y LA ÉTICA DE RAJOY 

Una cosa son los fondos de inversión, que financiaban a 10 años a tipos de interés bastante razonables, y otra diferente, los fondos buitre. Los buitres vienen cuando no hay nada más, cuando no hay pasto y solo queda la carroña, como en las películas del Serengueti.

En un país en depresión y con un nivel de pobreza como el que tiene el nuestro, el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid deciden privatizar la vivienda pública y social. Eso es algo que intentó la mismísima Margaret Thatcher y no lo consiguió, para que se vea la gravedad de la deriva política del Partido Popular. En la misma línea, el Gobierno de Rajoy ha puesto a la venta la cartera de hipotecas de Catalunya Banc, esa entidad que rescatamos en 2012 y que se nos dijo que ya no iba a necesitar más ayudas. La cartera hipotecaria es la más problemática, donde están los préstamos de gente que ha perdido el empleo o a la que le ha bajado la renta y no puede afrontar la deuda. Cinco fondos buitre se van a pelear por esa pieza, se van a convertir en los dueños de hipotecas con ejecuciones de embargo pendientes. A un cervatillo o a un ñu te puedes acercar pero, si llamas a un buitre, tienes que saber que son animales peligrosos, sobre todo cuando están comiendo. Por eso es tan absurdo que el Gobierno diga que pretende que los fondos buitre suscriban el Código de Buenas Prácticas sobre desahucios.

En el libro yo propongo que, en lugar de vender esas carteras de hipotecas a los fondos buitre, que no van a dudar en ejecutar y dejar familias en la calle, se cree un ‘banco malo’ público de hipotecas de familias. No me lo he inventado yo. Lo hizo Roosevelt en 1933, Obama y también Islandia en 2009 y el FMI se lo recomendó a España en 2011. Hemos comprado suelo a los promotores inmobiliarios y salvado a la banca. ¿Por qué no ayudamos a las familias? Si en una familia una de las dos partes ha perdido el empleo y eso ha dejado la renta del hogar en la mitad, el Estado debe sentarse con esa familia, reducir a la mitad la cuota de su hipoteca, condonar la mitad de su deuda y asumir la pérdida. La pérdida ya se sabe que es asumible desde el momento en que a los fondos buitre se les van a vender las carteras hipotecarias al 50% de descuento.

Esto es lo que ocurre por votar a gobiernos de derechas, que el Estado no pone dinero para salvar a familias y que permanezcan en sus casas. La visión de Rajoy de la pobreza es la de Galdós en Miau. Considera que es algo que van a arreglar la beneficiencia y las ONG.

SICAV VERSIÓN ESPAÑOLA  

Por último, en el programa hablamos de las famosas Sicav, puestas de nuevo en el disparadero tras conocerse que las pensiones de un buen número de europarlamentarios utilizaban una Sicav radicada en Luxemburgo. Para empezar, deberían haber explicado que una Sicav en Luxemburgo funciona como una compañía de seguros en España. Son las Sicav españolas las que deberían ser objeto de revisión porque aquí hicimos una adaptación perversa del instrumento al convertirlo en sociedades anónimas y permitirles una exención del Impuesto de Sociedades que hizo que las grandes fortunas se colasen rápidamente en esta fórmula de ahorro trampeando sus condiciones.

Si la norma dice que hay que tener un mínimo de 100 socios para constituir una Sicav, que era la clave para convertirlas en un medio que fomentase el ahorro colectivo, las gestoras de los ricos españoles ponen a su disposición 99 personas que no hacen más que acompañar, por eso se les llama ‘mariachis’.

Pero fuera de este fraude que debería atajarse, es más rentable fiscalmente tener un fondo de pensiones en España que una Sicav en Luxemburgo. Lo que ha ocurrido es que Willy Meyer, como Pablo Iglesias, han demonizado el instrumento hasta tal punto que eso ha provocado la dimisión del primero con solo sonar el nombre de Sicav. Pero lo grave, lo feo, no es que Meyer tuviera dinero en una Sicav sino que no lo declaró a Hacienda.